El mirador del valle
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Editorial: Tempo
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Año: 1995
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Número de páginas: 95
Rodrigo Gárate es hijo único, huérfano de madre. Su padre trabaja en una multinacional y no tiene tiempo para dedicarle. Un verano en el que se entremezcla en la vida de Rodrigo la llegada de la adolescencia y la imposibilidad de pasar las vacaciones junto a su padre, recibe la invitación de su abuela paterna -personaje casi desconocido por el muchacho- para que viaje hasta el pueblo del norte en el que nacieron él y su padre, pero del que Rodrigo no conserva un solo recuerdo. Estos son los componentes principales de un libro en el que aflora la búsqueda de las raíces familiares, el costumbrismo de la vida rural frente al mundo urbano, una colección de rebeldías y sueños, los que casi todos tuvimos a los quince años. Ilustrado por el autor con un óleo de portada ("Manuela se acaba de despertar") y doce dibujos a tinta en el interior, la novela describe también el primer amor, aquel que deja una huella especial en el corazón y que conservamos con ternura.
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Reseñas
"El muchacho, junto a su abuela, revive el pasado y vivifica al mismo tiempo el presente, descubre sus raíces, los lazos invisibles que explican algunos de los secretos de la particular relación con un padre viudo y siempre atado por el trabajo, y por eso forma -desde ese momento de manera distinta- su personalidad (...) Aranguren nos presenta escenas, dibuja ambientes, apunta sentimientos, desarrolla afanes y desentraña dudas y dolores que nos resultan propios. Podría habernos ocurrido la peripecia vital de la familia Gárate, nos sentimos identificados con el personaje: nos resulta real y verosímil (...) Creo que es característica de buena literatura esa mezcla de distancia y cercanía que suscita en el lector sentimientos y reflexiones de proximidad con lo narrado. También, por la arquitectura literaria que hace posible esa mezcla, cada lector puede completar el texto con lo que éste le sugiere, hacerlo suyo, embarcarse en la aventura propuesta por Aranguren (...) La lectura de El mirador del valle nos revela a un escritor pictórico: Miguel Aranguren es un excelente pintor y el lector lo descubre en este libro no sólo por las ilustraciones de cada capítulo, sino por las descripciones de las reuniones familiares, de las fiestas del pueblo, del panorama de las excursiones o el carácter indiano de algunas edificaciones". (Marcos Salaverría, El Mundo, 8 de abril de 1995).
"Segunda novela de Miguel Aranguren. En este relato corto, el autor combina de una manera sabia la pura narración con los diálogos y la introducción de pasajes más reflexivos. Lo que más llama la atención es la fusión del individualismo con lo que sucede en torno a Rodrigo, sin caer nunca en una redacción psicológica. Todo es muy normal, hasta los sentimientos y las relaciones familiares, incluso la descripción del primer amor del protagonista". (Adolfo Torrecilla, Aceprensa, 12 de julio de 1995).
"Miguel Aranguren tiene veinticinco años y esta es su segunda novela. Autobiográfico en parte, intimista, con una buena recreación del mundo de la infancia y de la adolescencia, el libro merece una amplia difusión, aunque es dura hoy la competencia entre los jóvenes narradores, entre otras cosas porque se sigue llamando joven al que cuenta ya más de cuarenta años (...) Hay lectores que se quejan de lo raras que son las novelas de nuestros autores jóvenes: aquí tiene una sencilla, escrita con sobriedad. En conjunto, un buen y positivo acierto". (Diario Médico, 17 de abril de 1995).
"Miguel Aranguren es un joven escritor. Su formación literaria parte, sobre todo, de las experiencias vividas en sus viajes por todo el mundo. Pero su última obra no es un libro de viajes y aventuras, como su anterior trabajo, sino una colección de rebeldías y sensaciones. Es una historia sencilla, llena de ternura, en la que su protagonista busca un sostenimiento para su personalidad. La novela es una interesante apuesta por el intimismo". (Gaceta Universitaria, 18 de abril de 1995).
"Estamos tan acostumbrados a pasiones desquiciadas, que sorprende que alguien cuente las cosas tal y como ocurren en realidad. La novela es un homenaje a la memoria, al pasado, a la adolescencia, verdaderas raíces del presente". (Adolfo Torrecilla, Mundo Cristiano, junio de 1995).
"Miguel Aranguren sorprende con ‘El Mirador del Valle’, un relato con tintes biográficos sobre la vida del joven Rodrigo Gárate, que decide pasar unas vacaciones en el pueblo de su padre. Allí se encontrará con sus raíces". (TELVA, julio 1995)